Fugaz. Invisible


Y me senté a esperarte mientras el tiempo se detenía a mi alrededor, pensando que volverías, que jamás me fallarías. Pero, a veces, no nos damos cuenta de que algunas decisiones marcan nuestra historia para siempre y de que, el olvido, siempre acecha tras cada rincón, esperando, vigilando, aguardando. Buscando un solo descuido que le haga saber que ya nada es como antes, para así salir al ataque y evidenciar lo que nosotros no supimos aceptar. 
Y, por fin, después de que la tristeza nublara mis pensamientos, abrí los ojos y lo vi, claro como el agua, casi palpable. Él se filtra por cada grieta y siempre, siempre gana. Así supe que no vendrías. 
Y así acabé dándome cuenta de que no fue culpa de nadie, sino que, una vez más, el tiempo me la había jugado.

Comentarios

Publicar un comentario