La vida, para mí


Hay personas que aparecen como luces en los momentos más oscuros de tu vida. Y no solo alumbran tu camino, sino también el resto de cosas maravillosas que hay a alrededor. Te muestran que más allá de lo que veías hay montañas, bosques, mares y ríos que esperan a ser descubiertos; te enseñan a amar cada segundo de tu camino por esta vida llena de baches, a respirar con el alma llena y las manos vacías, a abrir los brazos y sentir el aire. Porque al fin y al cabo eso es la vida; no un destino, ni un camino, ni un castigo. Un montón de pequeñas historias para olvidar, fotos que guardar, dibujos por hacer, sentimientos por gritar. Es ese caos dentro de cada persona, como un universo embotellado.

Es el reflejo de las luces del árbol de navidad, el olor familiar de la casa de tus abuelos, es el camino a la playa, pasear por el bosque, mirar fotos viejas de gente que siempre será joven, es conocer personas fascinantes, perderte en una nueva ciudad, caerte y sangrar, es pensar en quienes no te piensan, olvidar recuerdos, dormir toda una mañana de domingo, angustiarse porque mañana será lunes, preguntarte sabiendo que no hay respuesta, es dudar, errar, acertar, es encontrarse y perderse por igual, es una baile, una canción, un beso o un perdón.

La vida es sencillamente música y, por supuesto, suena diferente para cada persona.

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